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Imagina una línea de producción impecable.
Todo parece en orden: los operarios siguen los protocolos, las máquinas trabajan sin interrupción y las gráficas de control muestran una línea estable, sin sobresaltos. Ningún punto fuera de los límites.
En apariencia, todo está bajo control.
Y sin embargo… los productos llegan al cliente con defectos.
¿Cómo puede ser posible?
¿Cómo es que un proceso estadísticamente estable puede generar resultados inaceptables?
La respuesta está en una distinción que muchos ignoran: un proceso puede estar dentro de control… pero fuera de especificación. Y entender esta diferencia puede marcar la línea entre un sistema confiable y una fábrica de errores bien disfrazada.
Las gráficas de control no nacieron para encontrar defectos.
Fueron ideadas en 1924 por Walter A. Shewhart, un físico que trabajaba en Bell Telephone Laboratories. Su intención no era descubrir fallas, sino demostrar si un proceso era estable, es decir, si sólo variaba dentro de los márgenes naturales y esperados.
Las famosas líneas de control superior e inferior no indican si el producto es “bueno o malo”. Solo nos dicen si el proceso está bajo control estadístico.
Y aquí es donde muchas organizaciones cometen su primer error.
Estar bajo control significa que el proceso es predecible y no está siendo afectado por causas especiales.
Estar dentro de especificación significa que el resultado cumple con lo que el cliente espera.
No es lo mismo.
Un proceso puede generar resultados completamente predecibles… pero consistentemente fuera de los límites que el cliente necesita.
Y lo contrario también puede suceder: un proceso puede estar fuera de control, pero ocasionalmente producir piezas aceptables por pura casualidad.
Imagina una empresa que fabrica ejes metálicos para motores eléctricos. La tolerancia de diámetro especificada por el cliente es de 20 mm ± 0.05 mm.
Ahora supongamos que el proceso produce ejes con un diámetro promedio de 20.12 mm, con una desviación estándar baja y sin puntos fuera de control.
Desde el punto de vista estadístico, el proceso es estable…
Pero prácticamente todos los ejes están fuera de especificación.
Es decir: tenemos un proceso controlado… que fabrica piezas defectuosas.
El verdadero poder del control estadístico
El valor de las gráficas de control no está en decirte si algo salió mal hoy.
Está en ayudarte a construir procesos que puedan cumplir consistentemente con las especificaciones del cliente, día tras día.
Las organizaciones que entienden esta diferencia diseñan sus sistemas de producción con una visión más amplia: no sólo buscan estabilidad, sino alineación total con lo que el mercado exige.
Como decía W. Edwards Deming:
“La falta de control estadístico es una condición crónica. Pero la ignorancia sobre lo que el cliente necesita, es fatal.”
Implementar gráficas de control no es solo llenar reportes o tachar puntos verdes y rojos.
Es una oportunidad para elevar la calidad del proceso desde su origen, para identificar si realmente estamos cumpliendo con lo que prometemos… o solo nos estamos engañando con una falsa sensación de control.
Porque al final del día, el cliente no compra estabilidad.
Compra cumplimiento.
Y en ese sentido, las gráficas no son un fin, sino un medio para asegurar que cada decisión técnica esté orientada a entregar valor real.
¿Tu proceso está bajo control… o solo parece estarlo?
Director de Operaciones
Sentía que todo en planta dependía de mí: producción, entregas, hasta las decisiones más mínimas. Estaba agotado y temía que cualquier error detuviera la operación. La consultoría nos ayudó a mapear procesos, definir roles y automatizar controles clave. Hoy, operamos sin improvisaciones, con indicadores claros y con tiempo para enfocarme en crecer. Por primera vez en 10 años, me tomé vacaciones sin que me llamaran ni una vez
Gerente Comercial
Nuestro equipo comercial sabía vender, pero no cómo conectar con las verdaderas necesidades del cliente ni cerrar ventas consultivas. Además, cada ejecutivo vendía a su modo y sin seguimiento claro. Después de la capacitación, logramos unificar el discurso, profesionalizar las visitas y cerrar con más seguridad. Pasamos de depender de dos vendedores estrella a tener un equipo alineado y con metas claras. El miedo a no llegar al cierre de mes ya no me persigue tanto
Socio Fundador
Teníamos un gran producto, pero nuestros clientes no lo sentían así por los errores en atención, entregas tardías o promesas que no se cumplían. La consultoría nos ayudó a implementar ISO 9001 y rediseñar todo el flujo de atención al cliente. Lo que más valoro es que hoy tenemos un sistema que previene errores, mide la satisfacción real y nos permite dar seguimiento profesional. Nuestro equipo ahora entiende que vender tecnología es también vender confianza.
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